Sobre todo evitar conflictos con ellos, eso lo primero.
Lo segundo, puedes congelarlos. Escribe sus nombres en un papel marrón o pergamino con lápiz, lo introduces en un frasco pequeño, añades agua y bastante amoniaco o vinagre, ajustas bien la tapa del frasco y al congelador. Y te olvidas que lo tienes ahí, es mano de santo.
Si al paso del tiempo el frasco se resquebraja o rompe indicará esto que la situación está finalizada, que se habrá acabado el problema, por lo tanto tendrás que deshacerte de él. Si por el contrario no sucede esto pasados unos meses también deberías deshacerte del frasco en cuestión y repetir el trabajo. Si se rompe arrójalo a una alcantarilla, al contenedor de basura o al curso de un río ( evita el río si le pusiste amoníaco ). Si no se rompe arrójalo a la vía del tren, en la dirección en la que el tren se aleje por supuesto.
Esto último siempre, siempre, lo más alejado posible de tu casa y de tu zona de paso.
Tercero, pon un ajo bajo tu felpudo de la puerta de entrada, al colocarlo dale un pisotón con el talón derecho y coloca una cinta de raso azul celeste con tres nudos por detrás de tu puerta de entrada, para protegeros de ellos.
También puedes formar un círculo con sal gruesa bajo el felpudo.