Al igual que limpiamos nuestra casa o lavamos nuestra ropa, lo mismo ocurre con nosotros mismos y nuestras circunstancias, tenemos que hacer una limpieza de vez en cuando, porque como en un armario o aparador llega un momento en que ya no cabe nada más, lo mismo ocurre con nosotros, que también llega ese momento en el que ya no podemos con más.
Hay que ir limpiando y soltando por dos motivos, la primera porque ese peso en nuestra mochila vital hará que avancemos lentamente y con dificultad, los famosos bloqueos y, la segunda, porque es la única forma de permitir que puedan entrar cosas nuevas.
No podemos quedarnos atrapados en el pasado, la vida es muy corta. Saca lo viejo para que entre lo nuevo.
Barre con todo lo que te daña y te lastima, te dolerá un tiempo pero no toda la vida. Nada dura para siempre y el tiempo te irá ayudando, no solo a que vaya doliendo menos, sino a que encajes las piezas del puzzle que conforma la vida y puedas entender mucho mejor las razones de para qué sucedieron las cosas de esa forma, en ese momento.