Cuando se es asistido o iniciado por un maestro, uno se compromete a hacer un juramento y mantenerlo. El Brujo o Bruja se ve así obligado a cumplirlo, de lo contrario atraería males y consecuencias por su incumplimiento.
En la medida en que la Bruja toma conciencia de la realidad de sus prácticas, toma a su vez conciencia de la necesidad de ser consecuente y cumplir su juramento.
Cada maestro o Madre Bruja puede tener diferentes reglas, o parecidas, lo que no varía es la regla obligada, la que dice que jamás revelará A LAS CLARAS el conocimiento adquirido, arriesgando su alma por la eternidad, así como tampoco revelará o acogerá como discípulo a ningún aspirante que no sea merecedor del conocimiento.
Sin un maestro o un guía que le resuelva esas primeras dudas, cualquier aspirante podría dedicar el resto de su vida a resolver estos enigmas por si mismo.